sábado, 25 de julio de 2009

La venganza de Cronos


Los números nos encantan, y nos deslumbran más cuando son "redondos" o cuando tienen un significado particular para un grupo de personas, casi siempre con relaciones cabalísticas o esotéricas. El año 2009, como número, no impresiona a nadie. Pero en el celebrado ámbito de los aniversarios, este año se cumplen 400 desde las primeras observaciones astronómicas por parte de Galileo Galilei y 40 desde la primera caminata lunar. Estos acontecimientos le dan protagonismo al año 2009, lo que es refrendado por la International Astronomical Union y la UNESCO al seleccionar éste como el Año Internacional de la Astronomía.

Las estrellas, el inconmensurable universo, los fenómenos cósmicos han maravillado e infundido un temor reverencial a todas las grandes civilizaciones de la humanidad. El espacio exterior ha sido, al igual que los números, objeto de explotación esotérica apropiándose hace mucho de la palabra "Astrología" para referirse al movimiento de las deidades por los cielos y cómo afecta su posición en los designios de los terrestres.

Pero 2009 no sólo será recordado por la celebración de aniversarios, muchos fenómenos se han observado y el año debe ser de los más prolíficos en noticias astronómicas de lo que va de siglo. Esto ha permitido que el conocimiento del Cosmos sea un poco más amplio, o bien que la maravilla que nos provoca también se expanda.

No acababa de celebrarse el cuadragésimo aniversario del primer alunizaje ocurrido el 20 de julio de 1969 cuando dos días después el Sol y la Luna nos regalaron el eclipse total más largo del siglo. Se han anunciado nuevas "carreras espaciales" con agencias como la japonesa y la china que quieren ponerse a la par de la europea y la NASA. Se ha hablado de misiones tripuladas a Marte en un futuro no tan lejano y las sondas robóticas que se envían constantemente a explorar de "cerca" siguen sorprendiendo con imágenes que quitan el aliento y confirmaciones o refutaciones de nuestras teorías, como la existencia de agua en estado líquido en una de las lunas de Saturno, Encélado.

Y entonces, uno respira tranquilo porque al extender los límites del conocimiento se va empequeñeciendo el margen dejado a las prácticas esotéricas y la pseudociencia. Luego la realidad golpea mostrando que la astrología, querámoslo o no, es la base de la actual astronomía y ha perdurado impertérrita durante más de 5000 años. La astrología se aferra con uñas y dientes para sacar provecho del conocimiento logrado por la astronomía y seguir en el corazón de gran parte de la población.

Un ejemplo del "aprovechamiento" de las pseudociencias ha ocurrido recientemente con la sonda orbitante Cassini, actualmente sobrevolando Saturno. En el año 1997, se lanzó la sonda Cassini-Huygens con destino a Saturno, como se hiciera casi diez años antes con la sonda Galileo que llegó a Júpiter. Luego de un largo viaje, el 1 de julio de 2004 la nave se ponía en órbita del planeta anillado y desde entonces ha estado enviando datos importantes sobre la composición de las lunas, los anillos y el propio planeta. En una de las fotografías obtenidas en noviembre de 2006 se puede observar un hexágono casi perfecto en el polo norte de Saturno. Los comentarios de la comunidad científica se pueden resumir en las declaraciones de Kevin Baines, experto de la Nasa que sostuvo "éste es un rasgo muy extraño, extendiéndose en un modelo geométrico preciso con seis lados rectos casi iguales (...) La densidad atmosférica de Saturno, donde corrientes circulares y celdas de calor son dominantes, es quizás el último lugar donde se esperaría observar una figura geométrica de seis lados como esta, sin embargo ahí está".

Donde reside el confín del conocimiento actual, donde los científicos no pueden ofrecer explicaciones, donde las preguntas generan preguntas, ahí comienza la utilización de otros mecanismos alejados del método científico y la lógica. Pero siendo claros, no es sólo terreno de inescrupulosos, charlatanes y agoreros, también de gente con enorme imaginación y, si bien pueden errar los métodos, esta cualidad es respetada incluso por los científicos. No habrían teorías cuánticas o de la relatividad, ni planteamientos esenciales o reduccionistas, si no existiera gente con enorme imaginación.

En último de los casos, los imaginativos aportan con material para pensar en elementos que van más allá de la física y la lógica, lo que humaniza un poco la ciencia. En el mismo ejemplo del hexágono de Saturno se han levantado ideas acerca de que sería un mensaje de una raza extraterrestre o una interferencia producida de manera artificial. Otros apuntan a los números y la cábala, ya que se fotografía un polígono regular de 6 lados, el año 2006 (ya había sido fotografiado por el Voyager en 1980, pero se pensó en un fenómeno estacional), en el planeta número 6 desde el sol, asociado con el día sábado, el sexto de la semana. Aquí se cruza con el terreno de la Fe cristiana y el número de la bestia nombrado en el apocalipsis (el símbolo astrológico mismo de Saturno asemeja una cruz en un monte). También se ha generado cierto rumor sobre el fin de la misión del Cassini, pronosticada para 2012, donde se dejaría caer sobre la superficie de Saturno, precisamente sobre el hexágono, provocando una explosión nuclear con las reservas de plutonio en los reactores de la nave que provocaría una reacción en cadena en un planeta gaseoso como este. El dios romano Saturno, equivalente del Cronos griego, era asociado con el "tiempo humano" y con el calendario. El año 2012 se ha señalado como el fin de los tiempos por ser el último contemplado en el calendario Maya.

Interesante, pero lo importante es que el estudio y la rigurosidad en la investigación va desplazando cada vez más el límite, aumentando el conocimiento de la humanidad. No significa que llegue un momento en que las falsas ideas se retiren, porque siempre habrá ignorancia, siempre habrá cosas que aprender. No obstante, la cantidad de personas que entenderán que el estudio y la observación son más prolíficos que el acatamiento de las pseudociencias irá aumentando hasta que sea la gran mayoría y estemos preparados para un salto adelante y utilizar la imaginación en favor del conocimiento. Y sí, hay espacio para lo inexplicable, hay espacio para la Fe, hay espacio para la sabiduría filosófica y teológica, siempre que no se pongan como obstáculos y se transformen en buenos complementos que humanicen la ciencia.

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martes, 26 de mayo de 2009

Historia de una Ida y una vuelta


Martes. Un día importante para el estadounidense común. Las votaciones son los días martes en el país del norte. Se anuncian y lanzan productos masivos de toda índole, también los martes. Día que se repite en los estrenos de discos musicales, películas y libros de alto consumo. Quizás en esta tradición se enmarca la decisión de elegir el día martes 19 de mayo de 2008 como la fecha del anuncio “más importante de la historia del hombre”. Ese día se armó una conferencia de prensa en el edificio del Museo de Historia Natural de Nueva york donde se arrojaron a los medios algunas frases de bronce como “esto es el Santo Grial de la paleontología” o “un descubrimiento que revolucionará el entendimiento de nuestra propia evolución”.

El evento se preparó para dar a conocer el hallazgo del “eslabón perdido” de Darwin, pieza faltante para su teoría de la evolución que relaciona al hombre con el resto de los animales en una cadena evolutiva que llamó “selección natural”. El eslabón sería un fósil del esqueleto de un primate lemuriforme que data de hace 47 millones de años, de género femenino descubierto en Messel, Alemania, en el año 1983, que hasta hace dos años fue reunido por los investigadores quienes desde entonces han estudiado el material. El fósil fue bautizado cariñosamente como Ida y científicamente como Darwinius Masillae. Éso no fue todo lo que anunciaron, además se promocionó un documental por The History Channel y un libro con un título bastante vendedor “The Link” (el eslabón). Inevitablemente recuerda la campaña en los medios dada por los responsables de la investigación del “Evangelio de Judas” y no sé si me gusta esta forma de propaganda.

A continuación, lo que me causa extrañeza.

Cada día, con poco buscar entre las últimas noticias podemos encontrar artículos sensacionalistas, historias magnificadas por los medios o líneas editoriales que se escapan en la radicalización de sus ideas. Pero aceptamos esto y entendemos que las noticias son un producto como el de cualquier otra industria y reconocemos este factor eligiendo nuestra fuente de información más representativa. Lo antes dicho se refleja en noticias que aseguran declaraciones que nunca fueron vociferadas o, cual es la típica defensa, fueron sacadas de contexto. Los científicos, por otro lado, son los llamados siempre a ser rigurosos, primero por sus pares y luego por toda la opinión pública que cree y financia sus investigaciones. En el caso de Ida se invirtieron notablemente los papeles, con aseveraciones grandilocuentes y llenas de espectáculo sin siquiera pasar por el cedazo de la comunidad científica. En las antípodas, la prensa trató el anuncio, a pesar de la embriagadora producción, con insospechada cautela, repitiéndose alrededor del mundo los signos de interrogación en los principales titulares sobre la noticia en cuestión.

Cautela faltó, pero muchas veces hemos agradecido la soberbia apabullante de los científicos, quienes requieren de una cuota de egolatría para lograr los magníficos avances que sirven al progreso. Pero precisamente esta actitud reaviva en este tema una de las peleas más acérrimas en la historia de la humanidad: Ciencia versus Religión. En este caso particular, Evolucionistas contra Creacionistas (o proponentes del Diseño Inteligente).

Normalmente se declara a los Creacionistas en desventaja argumentativa porque no pueden respaldar sus supuestos más que con la Fe. Sin embargo --y notar que no estoy defendiendo el Creacionismo, sino poniendo las dos vertientes en perspectiva-- reparemos en un dato interesante. Desde comienzo del siglo XX, el método más confiable y ampliamente aceptado por la comunidad científica para determinar la edad de los fósiles y rocas es la datación radiométrica basada en un dato conocido tal como la vida de un isótopo radioactivo, como el carbono-14 para los restos orgánicos de menos de 60.000 años. Para que la datación sea precisa cuando hablamos de millones de años de antigüedad se utilizan otros isótopos y deben darse algunos factores condicionantes: 1. el elemento radioactivo ha decaído a una tasa constante; 2. el espécimen en estudio no ha sido contaminado con radiación del isótopo examinado; 3. el espécimen no tuvo contacto en su periodo de vida con productos radioactivos; y 4. el elemento examindo no ha sido absorbido o retirado. ¿Y cómo sabe un científico que todas estas condiciones se mantuvieron durante millones de años? La respuesta es que no lo sabe, lo supone como parámetro fundamental de su teoría. El científico hace un acto de fe, por lo tanto.

¿La ciencia contra la fe? Permítanse el silogismo.

Si en la ecuación primordial de este hallazgo hay una cuota tan masiva de supuestos, ¿por qué se hace una campaña mediática para saltar tan decididamente a una aseveración gigante como haber descubierto el eslabón perdido, cuando incluso Darwin trató su propuesta como teoría? Aunque la propia comunidad científica hace de contrapeso ante noticias como éstas, lo que se agradece, lo más probable es que la respuesta sea el industrialismo que ilustraba anteriormente. El producto, damas y caballeros. Si a ello le sumamos soberbia y egolatría, la ecuación me cuadra perfectamente.


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