sábado, 16 de agosto de 2008

No quieres saber lo que pienso

Si puedieran acceder a mi mente en el momento en que redacto esto, verían un recuerdo de mi colegio. Verían a través de mis ojos de mozalbete petulante a una pizarra casi repleta de fórmulas, una sala de clases de más de 40 pupitres, unas paredes recién pintadas delatando lo nuevo de la infraestructura, el mesón de hierro y madera perteneciente al profesor de turno, ventanales grandes a la izquierda, la puerta roja al frente y a la derecha. Verían, eventualmente, que desde la segunda fila me concentro en una hoja blanca con preguntas escritas en tinta negra y mi nombre a mano alzada dibujado en la parte superior. De reojo percibo constantemente la presencia de la profesora de química, con su delantal blanco, repletando la pizarra con lo que será, seguramente, nuestra tarea y luego dejando de escribir y recorriendo la sala.

Cuando pienso en la posibilidad de leer la mente me acuerdo de ese momento. La profe, paseándose entre los pupitres individuales inspeccionando la correcta disposición de cada uno con el examen que nos presenta. Y me acuerdo de Claudio, uno de mis compañeros sentado justo delante mío en primera fila que esperó el momento indicado, cuando la profe atendió la pregunta de otro estudiante al final de la sala y quedó de espaldas, para sacar el "torpedo" donde estaba la respuesta que necesitaba. Ya lo estaba leyendo cuando la profe, aún de espaldas, levantó la voz para decir "Claudio, entrégueme ese papel". Todos nos reímos y asombramos, pero nunca supimos cómo la profe de química se dio cuenta del hecho. Si no fue una especie de lectura mental, sí fue una especie de control mental: probablemente Claudio no volvió a sacar un torpedo en prueba de química, al menos no sin antes analizar que era un riesgo mayor que en cualquier otra materia. Lo mismo aplicaba para otros alumnos que presenciaron las cualidades "sobrenaturales" de la profe.

En la época actual, el conocimiento de las proyecciones mentales ha dejadao hace largo rato de ser materia de estudios paranormales, revistas esotéricas y vínculos a la protociencia (ésa que cree primero y comprueba después, según una definición propia). 

Como parte de la Guerra Fría se entretejieron muchas leyendas y mitos, entre los cuales se encontraban los estudios del pentágono en busca del control de la mente. Hoy, en tiempos tensos nuevamente, las fuerzas militares de EE.UU. no tienen ningún problema en admitir que están llevando a cabo investigaciones en esta prometedora línea.

La Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa del país de América del Norte (DARPA, por su sigla en inglés) dio curso formal en marzo de este año a su proyecto Augmented Cognition que pretende desarrollar interfases computacionales comandadas por las señales cerebrales del usuario. Antes, la Fuerza Aérea del mismo país había anunciado su vínculo con Design Interactive Inc. y QUASAR, en proyectos similares. Ahora, el ejército de EE.UU anunció que destinará 4 millones de dólares anuales a investigaciones en conjunto con la Universidad de California-Irvine, la Universidad de Carnegie Mellon y la Universidad de Maryland.

Las investigaciones están enfocándose en la técnica conocida como electroencefalograma (EEG) que permite obtener lecturas cuantificables de la actividad cerebral. Esta técnica se usa actualmente en imagenología para obtener patrones generales, pero lo que buscan las investigaciones es poder leer con precisión las señales del cerebro y "filtrar" aquéllo que no sea relevante. Según el anuncio la técnica sería utilizada para decifrar pensamientos de soldados y civiles con daños cerebrales, pero la verdad es que dado el origen de los fondos de la investigación es muy probable que se esté pensando para "interrogatorios" al enemigo.

Como sea, estas investigaciones no se quedan sólo en los cuarteles marciales. Inesperadamente, en octubre de 2007 se supo de la inscripción de una patente por parte de Microsoft sobre el desarrollo de un dispositivo capaz de interactuar directamente con el usuario mediante EEG, precisamente filtrando la información "relevante" con una técnica creada por ellos (por eso la patente).

En la época en que fui estudiante en el colegio aún no se masificaba el uso de teléfonos móviles en los alumnos y sólo los que tenían más recursos podían tener un reproductor de mp3. Quizás ahora, en una era hipervinculada y tecnologizada donde no todos los educadores tienen facultades como mi profe de química y les resulta muy difícil controlar a quienes copian desde sus innumerables dispositivos móviles, su solución estará justamente en otro dispositivo que los alerte cuando reconozca impulsos por copiar departe del estudiantado.

Todo apunta a un futuro similar al que planteara Dan Simmons en su libro Ilión donde nuestros pensamientos podrán ser leídos por estos disposivos tecnológicos y nos permitirán controlarlos sólo con imaginarlo.

Momento, ¿no será al revés?


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