domingo, 21 de diciembre de 2008

El auto fantástico

Un lugar común de las conversaciones y debates en los que normalmento me gusta participar --aquéllos ligados a las comunicaciones, la ciencia y la tecnología en una línea temporal entrelazada con las personas-- es la preponderancia inquietante que el petróleo tiene en nuestros días. Con una ubicuidad global y afectando a todos los habitantes de lo que se denomina, también inquietantemente, mundo "civilizado". Durante el año 2008 se ha hecho evidente la manipulación de los mercados, mediante la especulación, el control de la demanda y la sobrevaloración del riesgo, en el precio del barril de crudo. Tanto es así que en un periodo de seis meses este precio se movió desde $40 a $120 dólares y de vuelta a $50 dólares. Ésta es la primera revelación: el petróleo es controlado por gente que tiene poder para decidir cómo y cuánto ganar de él.

La segunda revelación tiene que ver con la necesidad de petróleo, pero más aún, las tareas que se acometen en nombre de la provisión del oro negro. Tareas ocultas o abiertas, absurdas o inteligentes, locales a cada país o en el extranjero. Tareas desinteresadas o, lamentablemente comunes, en busca del interés privado. Esto ha llevado a guerras que asolan las regiones "favorecidas" con el producto fósil, a convenios que buscan mejorar la economía privada en detrimento del bien común, tantos errores, faltas, pecados y crímenes existen para contar.

La tercera revelación se entiende cuando pensamos en la evolución desenfrenada de las tecnologías, el vertiginoso cambio, día a día, del conocimiento y la ciencia y cuan rápido hemos pasado, por ejemplo, desde instalaciones computacionales de varios metros cuadrados a computadores portátiles miles de veces más potentes en un periodo de tiempo cubierto en una vida humana. O los automóviles, que hace poco más de cien años estaban recién apareciendo y hoy son sistemas móviles altamante computarizados. Sin embargo, el método energético de estos vehículos no evolucionó con la misma rapidez. Por supuesto que se han descubierto mecanismos de refinamiento, de pureza de plomo o de mayor eficacia, pero la combustión fósil se mantiene inalterable desde hace un siglo.

¿Acaso la comunidad científica se sentó en los laureles del éxito creciente del automóvil y otros vehículos? ¿O las investigaciones no daban cabida a pensar en otro sistema de autonomía energética? Quizás los dueños del petróleo se han encargado de orientar el financiamento a mejorar lo existente, en vez de reemplazar e innovar. Al final del día, el trabajo científico también rinde cuentas, y las paga.


No sé si calificarlo como afortunado o desafortunado, el hecho es que el mundo y sus líderes han llegado a un punto de convencimiento sobre la necesidad de frenar (no reparar) los daños al medio ambiente que estarían reflejándose en el sobreexpuesto "calentamiento global". Existe una consciencia, al menos mediática, de los problemas que le hemos causado a nuestra propia casa, nuestro planeta. Esto nos lleva a aplaudir de pie las iniciativas "verdes", lo que ha redundado en empresas con políticas abiertamente ecológicas para beneficiarse de la publicidad que otorga el aplauso del respetable. Todavía, eso sí, con iniciativas de transición como los bonos de carbono, que no son tanto una solución como una compensación en pseudo-divisas.

Por lo anterior, emprendimientos como el de Honda Motor Co. Ltd. se llevan mis más sinceros elogios, sobre todo por el atrevimiento a dar un paso adelante en la oscuridad más absoluta, tanteando el terreno primero que ningún otro y llegando a lanzar este año 2008 el primer modelo de automóvil en base a Celda de Combustible alimentada principalmente por hidrógeno, ni más ni menos que el elemento químico más presente en el universo. Hablando de ubicuidad, El hidrógeno constituye el 75% de toda la materia.

De hecho, no mucho más que un lustro atrás se pensaba en las potencialidades del hidrógeno como combustible de una forma onírica, utópica, incluso de ciencia ficción pura y dura. Sin embargo, con los fondos necesarios y con la atención adecuada, las investigaciones avanzaron a la par de la ciencia moderna y se desarrollaron tecnologías del futuro de manera impresionante. Desde el año 2005 Honda ha estado anunciando su línea conceptual FCX y en 2007 se develó la producción del FCX Clarity. Este año, finalmente y sólo para un puñado de clientes selectos, se empezó a comercializar el auto anti-petróleo. Los resultados se ven notables: el precio del hidrógeno como combustible es cercano al del petróleo; la autonomía del vehículo con estanque lleno es de 450 kms. después de un par de minutos de carga, lo cual es bastante comparado con los actuales vehículos a petróleo y deja sin competencia a los vehículos eléctricos/híbridos con sólo 100 kms. de autonomía después de 10 horas de carga; no se pierde en comodidad, sino todo lo contrario con sus seis airbags, paneles de control 3D y asientos ergonómicos y autoajustables; además de todo, es suave y silencioso.

Un punto negro a mencionar es absolutamente normal y mejorable. Se trata de la disponibilidad de plantas reabastecedoras de hidrógeno, las cuales no son precisamente populares. Es por esto que sólo se ofreció el FCX Clarity a algunos clientes en el sureste de California, en un principio. Ya en noviembre de 2008 comenzó a entregarse en Japón, pero aún sólo a algunos usuarios.

Otro manchón es el alegato de algunas organizaciones ecológicas apuntando a que la producción del hidrógeno para uso como combustible genera mayor contaminación que la que generarían sus autos destino si éstos fueran a petróleo. Puede ser muy cierto, pero hay que ponerlo en contexto, y es que el proceso de generación de hidrógeno está aún en pañales y seguramente se mejorará según vaya creciendo la participación de este combustible, como se ha prometido.

Honda Motor Co. Ltd. espera para el año 2018 tener una producción masiva de la línea FCX. También espera que para entonces no estén tan solos en la oscuridad y existan competidores que ayuden a dar el merecido empuje al segmento de mercado, siguiendo de cerca sus pasos. De todos modos, para cuando se haga la luz en cuanto a la energía generada por hidrógeno, 2008 deberá ser recordado como el año en que los japoneses ayudaron al mundo un poquito y entregaron argumentos creíbles de que hay una alternativa real al oro negro y a la historia negra que éste nos dejó.

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lunes, 8 de septiembre de 2008

¡Me va a chupar el hoyo negro!

¿A alguien le cabe alguna duda de que la raza humana está programada para la fatalidad? Desde que el hombre es hombre se han tejido historias de un futuro negro que está a la vuelta de la esquina y que amenazaría la vida o el orden como lo conocemos. Sin ir más lejos, el Nuevo Testamento nos brinda el Libro de las Revelaciones, más conocido como el Apocalipsis, que está lleno de presagios oscuros a la orden de la época en que se lean. Del mismo modo, religiones como el judaísmo, el hinduismo, budismo y otras declaran que para alcanzar la gracia eterna se debe pasar antes por una no despreciable cuota de sufrimiento.

Para los no creyentes también hay una gama amplia de funestos designios preparados y colados: Nostradamus, el Calendario Maya, la numerología, la astrología, los libros, películas y espectáculos.

En la antigüedad era más justificable esta manera de percibir el devenir. Una reacción muy normal es temer a lo desconocido, entonces era de esperarse que un eclipse de sol despertara los más sombríos pensamientos. Sin embargo, en la actualida, en la era de la información, una fruslería tan banal y autoimpuesta como es la numeración del Calendario Gregoriano nos sigue planteando escenarios de caos y malos augurios. Tal fue el caso del año nuevo del 2000. Y seguramente tal fue el caso en el año 1000, en el año 1666, incluso en el año 1984, que gracias al libro de George Orwell se transformó en una fecha emblemática para quienes aguardan el fin de los tiempos.

Esta fatalidad resurge en nuestros días de la mano de la ciencia y sus límites intangibles. La excusa perfecta para revalidar nuestros miedos del Armagedón.

El día 10 de septiembre del año 2008 se planificó el comienzo en producción del LHC, el Gran Colisionador de Hadrones que se transformó en el acelerador de partículas más grande de la historia de la humanidad. 27 kilómetros de un túnel en forma de anillo que promete revolucionar la forma de entender al universo y la materia, desde la frontera franco-suiza en las cercanías de Ginebra, sede del CERN (Centre européen de recherche nucléaire, o Centro Europeo de Investigación Nuclear).

Para comenzar a entender, existen misterios del universo que no pueden ser explicados más que con teorías o hipótesis, algunas tan extravagantes que la ciencia ficción queda chica. La materia oscura (sustancia predominante en el universo) y el comportamiento de los hoyos negros son explicados mediantes conjeturas que, mientras no sean plenamente comprendidas, seguirán situando al ser humano en la incertidumbre. En la oscuridad tan completa como las materia en estudio.

Para acortar la pila de materias desconocidas, el CERN decidió hace 15 años construir un acelerador de partículas donde poder estudiar de forma controlada el comportamiento de la energía y la materia en situación de bombardeo de protones. Donde poder crear hoyos negros al alcance de la mano. Donde jugar a dioses.

Muchos científicos, más de seis mil de todas partes del mundo, han estado trabajando para que el proyecto sea un éxito. Lamentablemente, por muy calculado que esté todo, estos científicos son humanos. Sí, de la especie que ha hecho del error un pasatiempo. Estos mismos científicos ya nos probaron su humanidad el 27 de marzo de 2007, día en que hubo una explosión en el túnel del LHC que llenó de helio, polvo y pavor las instalaciones del complejo con una desintegración de veinte toneladas de magneto. El LHC debió haber partido en el verano boreal de 2007, obviamente hubo que replanificar. Las investigaciones conducidas para dilucidar el contratiempo fueron muy humanas, también: una falla de matemática básica dio origen al problema.

Seis mil genios de lo más selecto de la comunidad científica internacional reunidos para el megaproyecto más importante del mundo son desnudados en su humanidad y puestos al escrutinio público más irremediable. La pérdida de confianza.

Y aquí es donde tienen cabida las historias más apocalípticas en relación al LHC. El CERN ha reconocido que si todo anda de acuerdo a lo esperado y supuesto, dentro del túnel se creará un agujero negro por segundo. Pero éstos serán inestables pues desaparecerán tan rápido como surgieron, evaporándose en el ambiente controlado. Lo malo está en que esto jamás ha sido observado por nadie en el universo y es sólo un buen supuesto. 

Hay quienes están gritando a los cuatro vientos que por su propia definición los agujeros negros son estables, por lo tanto, atienden a la primera ley de la termodinámica que dice que nada se destruye. De ser así, la creación de un agujero negro se traduciría en una creciente absorción gravitatoria que acabaría con la Tierra en menos de siete minutos. ¿Absurdo? Puede ser, pero quizás en igual medida que la idea de ver "evaporarse" a estos hoyos negros.

El colisionador de hadrones partirá con una prueba de funcionamiento cuando se le inyecten haces de protones. Meses después se va comenzar con las colisiones a temperatura controlada. Pero ya andan rondando en Internet las profecías de Nostradamus que se pueden atribuir a un acelerador de partículas generando el último tránsito de nuestro planeta por el Sistema Solar. Otros hacen coincidir el fin del Calendario Maya con estos tiempos (2012, en realidad). Y muchos más apuntan con el dedo a la irresponsable actitud del CERN y sus patrocinadores al conducir un experimento del cual no saben los resultados últimos.

No queda más que confiar nuestra humanidad de más de seis mil millones a los seis mil científicos que, esperemos, saben lo que hacen. Pero ¿quién les da atribuciones tan amplias? ¿La ciencia tiene todo bajo control? ¿Se ha hecho una evaluación de riesgo por parte de entidades externas?

Ojalá no sea éste un error humano del que no podremos aprender.




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sábado, 16 de agosto de 2008

No quieres saber lo que pienso

Si puedieran acceder a mi mente en el momento en que redacto esto, verían un recuerdo de mi colegio. Verían a través de mis ojos de mozalbete petulante a una pizarra casi repleta de fórmulas, una sala de clases de más de 40 pupitres, unas paredes recién pintadas delatando lo nuevo de la infraestructura, el mesón de hierro y madera perteneciente al profesor de turno, ventanales grandes a la izquierda, la puerta roja al frente y a la derecha. Verían, eventualmente, que desde la segunda fila me concentro en una hoja blanca con preguntas escritas en tinta negra y mi nombre a mano alzada dibujado en la parte superior. De reojo percibo constantemente la presencia de la profesora de química, con su delantal blanco, repletando la pizarra con lo que será, seguramente, nuestra tarea y luego dejando de escribir y recorriendo la sala.

Cuando pienso en la posibilidad de leer la mente me acuerdo de ese momento. La profe, paseándose entre los pupitres individuales inspeccionando la correcta disposición de cada uno con el examen que nos presenta. Y me acuerdo de Claudio, uno de mis compañeros sentado justo delante mío en primera fila que esperó el momento indicado, cuando la profe atendió la pregunta de otro estudiante al final de la sala y quedó de espaldas, para sacar el "torpedo" donde estaba la respuesta que necesitaba. Ya lo estaba leyendo cuando la profe, aún de espaldas, levantó la voz para decir "Claudio, entrégueme ese papel". Todos nos reímos y asombramos, pero nunca supimos cómo la profe de química se dio cuenta del hecho. Si no fue una especie de lectura mental, sí fue una especie de control mental: probablemente Claudio no volvió a sacar un torpedo en prueba de química, al menos no sin antes analizar que era un riesgo mayor que en cualquier otra materia. Lo mismo aplicaba para otros alumnos que presenciaron las cualidades "sobrenaturales" de la profe.

En la época actual, el conocimiento de las proyecciones mentales ha dejadao hace largo rato de ser materia de estudios paranormales, revistas esotéricas y vínculos a la protociencia (ésa que cree primero y comprueba después, según una definición propia). 

Como parte de la Guerra Fría se entretejieron muchas leyendas y mitos, entre los cuales se encontraban los estudios del pentágono en busca del control de la mente. Hoy, en tiempos tensos nuevamente, las fuerzas militares de EE.UU. no tienen ningún problema en admitir que están llevando a cabo investigaciones en esta prometedora línea.

La Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa del país de América del Norte (DARPA, por su sigla en inglés) dio curso formal en marzo de este año a su proyecto Augmented Cognition que pretende desarrollar interfases computacionales comandadas por las señales cerebrales del usuario. Antes, la Fuerza Aérea del mismo país había anunciado su vínculo con Design Interactive Inc. y QUASAR, en proyectos similares. Ahora, el ejército de EE.UU anunció que destinará 4 millones de dólares anuales a investigaciones en conjunto con la Universidad de California-Irvine, la Universidad de Carnegie Mellon y la Universidad de Maryland.

Las investigaciones están enfocándose en la técnica conocida como electroencefalograma (EEG) que permite obtener lecturas cuantificables de la actividad cerebral. Esta técnica se usa actualmente en imagenología para obtener patrones generales, pero lo que buscan las investigaciones es poder leer con precisión las señales del cerebro y "filtrar" aquéllo que no sea relevante. Según el anuncio la técnica sería utilizada para decifrar pensamientos de soldados y civiles con daños cerebrales, pero la verdad es que dado el origen de los fondos de la investigación es muy probable que se esté pensando para "interrogatorios" al enemigo.

Como sea, estas investigaciones no se quedan sólo en los cuarteles marciales. Inesperadamente, en octubre de 2007 se supo de la inscripción de una patente por parte de Microsoft sobre el desarrollo de un dispositivo capaz de interactuar directamente con el usuario mediante EEG, precisamente filtrando la información "relevante" con una técnica creada por ellos (por eso la patente).

En la época en que fui estudiante en el colegio aún no se masificaba el uso de teléfonos móviles en los alumnos y sólo los que tenían más recursos podían tener un reproductor de mp3. Quizás ahora, en una era hipervinculada y tecnologizada donde no todos los educadores tienen facultades como mi profe de química y les resulta muy difícil controlar a quienes copian desde sus innumerables dispositivos móviles, su solución estará justamente en otro dispositivo que los alerte cuando reconozca impulsos por copiar departe del estudiantado.

Todo apunta a un futuro similar al que planteara Dan Simmons en su libro Ilión donde nuestros pensamientos podrán ser leídos por estos disposivos tecnológicos y nos permitirán controlarlos sólo con imaginarlo.

Momento, ¿no será al revés?


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